Las farmacéuticas Pfizer y Moderna han sido las primeras en anunciar los resultados preliminares de la fase 3 de los ensayos de sus respectivas vacunas contra la Covid. Mientras que la primera anunció hace una semana un 90% de eficacia, Moderna ha ido más allá y ha asegurado este lunes que su inyección es casi un 95% eficaz contra el virus que ya ha causado más de 55 millones de contagios y 1,3 millones de muertes en todo el mundo.
Ambas comparten la misma técnica y representarán a la primera generación de las vacuna basadas en el ARN mensajero, una técnica que consiste en inocular el código genético que porta el virus en su interior, protegido simplemente por un lípido. Sin embargo, uno de los grandes “hándicaps” que presenta la de Pfizer es que necesita ser conservada a -80 grados centígrados, algo que según los expertos es “solventable” pero que dificultará su transporte y administración en todo el mundo.
Por otro lado, el antídoto que prepara Moderna, según anunció este lunes la compañía, precisa de temperaturas mucho más accesibles, pues puede mantenerse estable entre los 2ºC y los 8ºC (la temperatura normal de un frigorífico doméstico) durante 30 días. Y aguanta hasta seis meses a -20ºC, la temperatura de un congelador estándar. Además, es capaz de no perder sus propiedades durante 12 horas a temperatura ambiente. Este aspecto, a priori, parece una ventaja de la vacuna de Moderna frente a la Pfizer.
Pero, si ambas se basan en la misma técnica, ¿por qué una necesita temperaturas más bajas que otra? La científica del Instituto de Parasitología y Biomedicina ‘López – Neyra’ del CSIC, Matilde Cañelles López, explica a 20minutos que la razón se halla en la concentración de RNA de ambas vacunas: “La de Moderna tiene más de tres veces más de RNA (que la de Pfizer), por eso, aunque se degrade una parte, finalmente sigue siendo efectiva”.